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Calcografia

HUECO

Calcografía

Se llaman calcográficos o en hueco los procedimientos de impresión que se basan en la transferencia de la tinta acumulada en los fondos de una superficie en la que se han grabado ahuecamientos. En cierta medida la calcografía es un antagonista a la tipografía dónde precisamente se transfiere la tinta depositada en la superficie de los relieves. En las técnicas calcográficas la profundidad de los surcos que reciben la tinta determina la cantidad de la tinta que se puede depositar y en consecuencia determina la intensidad tonal del área impresa. Al contrario de la tipografía y de la litografía, la calcografía permite pues imprimir áreas de densidad variable, y por tanto auténticas medias tintas. La calcografía es una herencia de un área de la orfebrería, el niel. La palabra italiana 'niello' proviene de la palabra latina 'nigellum', negro. La técnica del niel consiste en rellenar los surcos grabados en objetos de metal con una pasta compuesta de una amalgama de plata, cobre, plomo y azufre. Cuando se pule el objeto, el relleno se manifiesta como líneas negras. El nielo es una técnica muy antigua y algunas fuentes hablan de su existencia en Egipto 1.500 años antes de Cristo. La mayoría de las fuentes citan al nielista florentino Tomasso (también Masso) Finiguerra como el primero que hizo una impresión sobre papel a partir de sus nielos, probablemente con la intención de guardar una muestra de cada uno de sus trabajos. El nacimiento de la calcografía era el momento en que por primera vez se grababan planchas no como fin en si mismo, sino con la intención de imprimir sobre papel. Rápidamente la calcografía se expandió entre los artistas europeos y se inventaron las diferentes técnicas que permiten elaborar planchas calcográficas. Al principio se usaban diferentes materiales como hierro, cobre, latón o cinc. Actualmente dominan el cobre y el cinc. Para trabajar la plancha se han inventado procedimientos puramente mecánicos, procedimientos químicos y procedimientos fotoquímicos o fotomecánicos, y finalmente, procedimientos electromecánicos y electroquímicos. Supongamos que tenemos una plancha calcográfica a punto de tirar. La plancha, lavada previamente con trementina, se embadurna con una tinta especialmente elaborada para la calcografía de manera que todos los surcos queden bien llenos. Esta operación se efectúa con unos cojinetes de franela conocidos por la palabra francesa 'poupée'. La plancha se puede calentar un poco, para facilitar la licuación de la tinta, la cual no conviene rebajar demasiado, ya que en la siguiente operación, la limpieza de la superficie de la plancha, la tinta contenida en los surcos quedaría absorbida con demasiada facilidad por la gasa. La superficie se friega con unos trapos de gasa, pasando de la calidad más basta hasta la más fina, hasta que quede perfectamente limpia en la superficie y sólo quede la tinta en los surcos.


A veces conviene que los blancos de la plancha queden un poco velados, efecto que se puede obtener ensuciando ligeramente la superficie de la plancha con la palma de la mano. Si la plancha se calienta y se friega ligeramente con el trapo de muselina, se puede obtener un efecto de barba de los trazos que puede evocar un grabado a la punta seca, debido a la tinta chupada por la muselina. Los franceses llaman a este efecto 'retroussage'. Un buen impresor calcográfico no abusa nunca de estos efectos. Si se quieren obtener unos blancos perfectamente limpios se aconseja pasar la mano empolvada de blanco de España sobre la superficie de la plancha. Antes de pasar a la prensa, los márgenes de la plancha se limpian con trementina. También se recomienda fregarlos con tiza. Antes de imprimir conviene calentar ligeramente la plancha para volver más líquida la tinta. La prensa de la que se derivan todas las prensas calcográficas es el tórculo, el cual consiste esencialmente de una platina que se mueve entre dos cilindros unidos entre ellos por unos engranajes de ruedas dentadas. La presión se puede regular ajustando la posición del cilindro superior. Antiguamente los tórculos se fabricaban de madera, pero hoy se hacen de hierro. Antes de imprimir la primera prueba se marca la posición exacta de la plancha y del papel sobre la platina de la prensa. El cilindro superior suele estar recubierto de un trapo de fieltro que se desenrollará en el momento de la impresión. El papel, humedecido previamente se deposita sobre la platina de la máquina en la posición marcada y la platina se mueve en dirección del cilindro hasta que el papel quede atrapado por un lado por debajo del cilindro. Acto seguido se hace pasar la platina por debajo del cilindro, el cual ejerce la presión suficiente para hacer penetrar al papel en los surcos de la plancha, de manera que la tinta queda adherida en su superficie. Muchos artistas renuncian a bloquear el papel con el cilindro y se limitan a ponerlo encima de la plancha. Ahora se puede levantar el papel de un lado sin peligro de perder el registro y la plancha entintada y calentada se pone encima de la platina. La figura nos ilustra brevemente la impresión a partir de una plancha calcográfica manual.



En la figura A la plancha se entinta. En B se efectúa la última limpieza de la superficie de la plancha; en nuestro caso esta última limpieza se realiza de una forma poco corriente, con un listón de madera recubierto de papel de periódico. En la parte C de la figura el papel se pone sobre la plancha situada ya en la platina del tórculo. Finalmente, en la ilustración D se separa la hoja impresa de la plancha. Las calcografías manuales se suelen imprimir sobre un papel de hilo muy resistente que se puede mojar antes de la impresión, que aguanta la enorme presión del tórculo y que de otra parte es suficientemente blando para adaptar su superficie a la forma de la plancha grabada. También el papel japonés es muy indicado para la impresión de los grabados. Había una época en la que el estampado sobre papel chino era muy frecuente.

En francés se llama este sistema 'chine appliquée'. Hoy esta técnica, para la que se adhería un papel chino con las medidas exactas de la imagen sobre un papel de soporte en el mismo momento de pasar por el tórculo, ya no está de moda. El papel chino es un papel muy fino y delgado que hay que cortar al tamaño exacto de la imagen. Antes de sobreponerlo a la plancha se trabaja con una brocha dura que vuelve ásperas sus dos caras. El lado del papel de soporte se trata de la misma manera. En el momento de hacer la impresión, el papel chino se superpone a la plancha. Debido a la gran presión ejercida por el tórculo, ambos papeles quedan adheridos de tal manera que parecen una sola pieza. Antes de disponer de prensas calcográficas apropiadas, los primeros grabados se tiraron superponiendo el papel húmedo a la plancha entintada y golpeándolo con una brocha dura hasta que la tinta de los surcos se había transferido sobre la superficie del papel. Para grabadores sin tórculo propio hay un sistema de sacar pruebas de estado que con un poco de experiencia permite evaluar bastante bien el resultado que se obtendría imprimiendo la plancha mediante un tórculo. La plancha calcográfica se entinta y se limpia como si se hubiera de imprimir en el tórculo. Acto seguido se tira un poco de colodión sobre la plancha y se deja secar hasta que se forma una película, la cual se puede separar con mucho cuidado, y sobre la que la tinta habrá quedado adherida. Ya que la plancha calcográfica se desgasta mucho durante la impresión debido a la presión del tórculo y al roce de las gasas, la cantidad de pruebas satisfactorias que se pueden obtener a partir de determinada plancha es limitada, sobretodo en ciertas técnicas particularmente sensibles al desgaste, como por ejemplo la punta seca, la que pocas veces aguanta tiradas de más de 20 o 30 ejemplares sin perder aquel velo misterioso que caracteriza sus trazos. En el curso de la historia se han desarrollado dos sistemas que permiten alargar la vida de una plancha calcográfica.


El primero consiste en grabar sobre material duro como es el acero. Antes de iniciar el trabajo de grabar, la plancha se destempla, de manera que queda relativamente blanda para facilitar la grabación. Y antes de iniciar la tirada definitiva, la plancha se vuelve templar, con lo que recupera su dureza anterior. El grabado sobre acero o siderograbado tiene un papel muy destacado en la ilustración de los libros durante la primera parte del siglo XIX. Alrededor de 1870 empezó a desaparecer, gracias a otro sistema de alargar la vida de las planchas que empezó a divulgarse entonces y que consiste en el recubrimiento de la superficie de las planchas con una capa finísima de un material más duro, al principio hierro, que tenía mucha tendencia a oxidarse, más adelante níquel o cromo, por medios electrolíticos. Esta técnica conocida por el nombre de acerado, ya se conocía alrededor de 1840, pero su divulgación era muy lenta. La forma más moderna del acerado, el cromado, actualmente es imprescindible en la impresión del huecograbado clásico que describiremos más adelante en este capítulo. Las planchas de cinc no se prestan al acerado. Cuando se trata de imprimir un gran número de calcografías como en el caso de la impresión de papeles de valor, como sellos de correo, acciones bursátiles o billetes de banco, surge la necesidad de disponer de un gran número de planchas idénticas o al menos casi idénticas. Cuando se imprimen sellos hechos al buril, cosa que desgraciadamente cada vez se hace menos, se suele proceder de la manera siguiente: La plancha original se confecciona con buril sobre una plancha de cobre o de acero blando. Esta plancha original se endurece, por ejemplo por niquelado si es de cobre o templándola o por cementación si es de acero blando. A partir de este original único se pueden sacar varios contramoldes presionándolo sobre un cilindro de acero blando. Sobre este cilindro, llamado 'molette' en francés, se obtiene un relieve calcográfico al revés que se parece a un molde tipográfico con la diferencia que la altura de las líneas es variable. Estos cilindros de contramolde se someten a su vez a un procedimiento de endurecimiento. Finalmente un cilindro de contramolde sirve para calcar su relieve repetidas veces sobre el cilindro que servirá de forma de impresión para un pliego de sellos. Ahora tenemos unos duplicados aproximados del grabado original sobre el cilindro de impresión que a su vez se endurece por temple, para aguantar una larga tirada. A veces durante todo este proceso se cuela algún pequeño defecto en la forma de imprimir, para gran júbilo de los filatélicos que coleccionan estos sellos con imperfecciones. Antes de iniciar el trabajo del grabado, hay que preparar la plancha. Esta preparación es la misma para todos los procedimientos calcográficos. Se recomienda biselar la plancha en primer lugar, ya que biselando la plancha ya pulida o incluso ya grabada, como hacen algunos grabadores, se corre el riesgo de estropear al trabajo. El bisel, o la faceta, como también se llama el margen de las estampaciones calcográficas, se puede hacer con una lima, o mejor con una fresadora mecánica, evitando todo tipo de ángulos que podrían cortar o romper el papel en el momento de la estampación en el tórculo. La superficie de la plancha tiene que quedar limpia y pulida como un espejo. La superficie del metal se pule primero con papel de esmeril, pasando de la calidad más basta a la más fina. A continuación se friega con blanco de España con un trapo húmedo. Se recomienda recubrir de una capa de cera delgadísima las planchas preparadas que no van a servir en seguida y se quieran guardar para un trabajo posterior. La cera se aplica sobre la plancha calentada previamente.

Referencias

1.<> M. Riat, Técnicas Gráficas
2.<> Rosa Vives Piqué - Guia para la identificación de Grabados
3.<> Verónica Rojas Lederman - Universidad de Chile
4.<> María del Mar Bernal - Universidad de Sevilla
5.<> Jordi Catafal Rull - Lincenciado en Bellas Artes
6.<> Clara Oliva Fabregas - Lincenciada en Bellas Artes
7.<> Técnicas de impresión. Microsoft® Encarta® 2009


 
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