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Historia

HISTORIA

PRECEDENTES

Antigüedad

Desde el Paleolítico se grabaron huesos con sílex para decorarlos. En el Neolítico, la cerámica se decoró desde muy pronto con valvas de moluscos impresas, con huellas de dedos, etc. Hay que esperar a las civilizaciones desarrolladas en el Próximo Oriente para que apareciese el primer precedente del modelo grabado. La primera civilización que conocemos que produjo originales múltiples fueron los Sumerios en Mesopotámica, que vivieron hace 3.000 años. Los Sumerios cortaban piedras de modo cilíndrico en los que tallaban sus diseños, los llamados cilindros-sellos de pequeñas dimensiones unos 10 cm. de alto. A continuación hacían rodar esos cilindros sobre arcilla blanda, dejando la impresión de su diseño original. El grabado en relieve de hoy en día está basado en este principio básico. La invención de los Sumerios creó el concepto del rodillo, hoy conocido como prensa de impresión. Se dispone ya de casi todos los elementos definitorios del grabado moderno, con la excepción de la tinta y del soporte papel. Se utiliza el barro como soporte y se continuará empleando durante todo el mundo antiguo en el próximo Oriente y en el Mediterráneo. Al mismo tiempo, en otros lugares como Creta ó Egipto se desarrollan sellos de impacto, con el mismo principio que los cilindros-sellos mesopotámicos, pero con una sola imagen que se reproduce por impacto del sello contra la superficie del barro, cera  u  otro material blando.

China y Japón

Las técnicas de grabado tienen su origen en China, a raíz de la invención del papel hacia el año 105. El grabado en relieve prosperó en Europa en el siglo XV, cuando llegaron a este continente las técnicas de la fabricación de papel procedentes de Oriente. Desde entonces el grabado en relieve se ha visto incrementado con las técnicas antes descritas y se continúa practicando como una de las bellas artes.
En China se desarrollo una variante de estas técnicas de impresión. Estaba condicionadas por tres características de la cultura china: la existencia del autentico papel, la escritura en tinta y la necesidad de difusión de los textos budistas primero y de los clásicos chino después. De  ahí que se suela considerar que las primeras Xilografías conocidas sean las reiteradas impresiones de imágenes de Buda (Rollo de los Mil Budas). Todo ello culmino, hacia el siglo XI d.c.; en el desarrollo de una técnica sofisticada: consistía en unas planchas de madera en las que se cincelaba en negativo una imagen, para luego pasar una capa de tinta y presionarla contra un papel para obtener una impresión en tinta en positivo. El resultado era un grabado con los mismos principios esenciales que el grabado occidental posterior.

Las primeras estampas japonesas consistían en estos simples grabados, que se difundieron rápidamente por toda el área budista y por el lejano Oriente, Japón incluido. De hecho, será allí donde, a partir del siglo XVI., se desarrollara de manera extraordinaria una serie de estampas populares impresas e inspiradas en la pintura popular llamada ukiyo-e, este tipo de estampas japonesas convirtieron el grabado en un arte con personalidad propia.

No se puede separar la historia de los grabados japoneses del desarrollo del arte en China y de la técnica del grabado en relieve inventada en este país.

1. Grabados a la fibra primitivos de Japón. Ukiyo-e

El estilo del arte gráfico japonés surgido a mediados del siglo XVIII se conoce como Ukiyo-e, que significa ‘imágenes del mundo flotante’. Las primeras estampas Ukiyo-e eran en blanco y negro. Estaban creadas para el gran público y eran efímeras, semejantes a las tarjetas postales. Algunas se destinaban a la decoración del hogar y otras marcaban las pautas de la moda y de la conducta del momento. Pronto se introdujo la estampación en color con múltiples plantillas. Las formas planas y sólidas, los colores muy empleados en el teatro, el diseño y la composición caracterizan el Ukiyo-e posterior, que se apoyó para su florecimiento en el teatro popular japonés, kabuki, ya que entre los temas favoritos se encontraban los retratos de los actores populares en papeles dramáticos. De la misma manera que las estampas teatrales anunciaban famosas escenas del teatro, había estampas de bellas mujeres para anunciar el mundo de las prostitutas. El artista más vinculado a este último periodo es Toshusai Sharaku. Sus grabados son melodramáticos y ponen de relieve los rasgos faciales exagerados y los bellos trajes de los personajes.

Otro tema popular de Ukiyo-e eran las escenas de género. Harunobu se dedicó especialmente a la belleza femenina, representando muchachas llenas de gracia y encanto poético. Quizá el artista más notable en la representación de la figura femenina fue el imaginativo Utamaro que, con poéticos trazos y gran seguridad en el dibujo, creó imágenes íntimas y eróticas con delicados detalles compositivos.

2. Grabados japoneses del siglo XIX

La maestría de Hiroshige para plasmar poéticamente las escenas de la vida cotidiana le convirtió en un pintor y grabador de gran fama en el Japón de principios del siglo XIX. Esta obra no sólo presenta un paisaje lluvioso sino que refleja también las dificultades de la gente que tiene que cruzar el puente bajo la lluvia torrencial.

En el siglo XIX, las preferencias pasaron de los temas figurativos a los paisajes. Los maestros indiscutibles en la representación de estos últimos fueron Hokusai e Hiroshige.

Hokusai solía firmar sus obras como ‘el loco por la pintura’. Representaba detalladamente los cambios de estación, fascinado por todos los aspectos de la naturaleza; sus estudios de aves, cataratas, olas, insectos, peces, árboles y montañas forman un famoso libro de dibujos, de 13 volúmenes, llamado Hokusai manga (comenzado en 1814).

La obra de Hokusai comprende algunos de los mejores grabados paisajísticos japoneses. Entre los miles de grabados que realizó durante su prolífica carrera se encuentra la famosa serie Treinta y seis vistas del monte Fuji (c. 1826-1833). En La ola vemos el monte Fuji al fondo y en primer plano unas embarcaciones a punto de ser destrozadas por la enorme ola.

Hiroshige hacía hincapié en la calidad de la línea, consiguiendo también extraordinarios efectos de color contra color. Sus sorprendentes estampas se caracterizan por una degradación que va de la coloración intensa a una simple pizca de color, junto con un modelado muy estilizado. Destacan entre sus obras las series de estampas sobre los viajeros en la carretera de Tokaido (1804) y las Sesenta y nueve estaciones de la carretera de Kiso.

Hacia 1856 París descubrió los grabados de Hokusai, y pronto se dieron a conocer muchos más. El entusiasmo que provocaron puso de moda todo lo japonés, tendencia que perduraría en París durante 40 años y que ejercería una gran influencia sobre el arte moderno.

Grabados góticos

Los primeros grabados a la fibra que se realizaron en el mundo occidental datan del siglo XV, coincidiendo con el establecimiento de molinos de papel en varias zonas de Alemania, Francia e Italia. Los primeros dibujos, de estilo gótico, fueron tallados toscamente en tacos de madera, entintados y estampados. Las primeras estampas realizadas de esta manera se utilizaban para jugar a los naipes, entretenimiento popular de la época; se vendían baratas y se podían producir en grandes cantidades. En el periodo gótico, la mayor parte de la vida se centraba alrededor de la Iglesia, por lo que el clero utilizaba estampas con fines devocionales, distribuyéndolas entre los fieles. Estas estampas representaban escenas de la vida Jesús, de la Virgen María y de los santos, así como historias de la Biblia. Con la fabricación de un papel de buena calidad y barato mejoró la calidad de la estampación y se produjeron muchos libros ilustrados.

Primeras xilografías

Todas estas técnicas orientales posiblemente llegaron a Occidente a través de los árabes. Con ellos llegaron sin duda, el papel. algunas tintas y posiblemente el grabado en pequeñas plancha de madera. Sin embargo, el desarrollo del grabado occidental está íntimamente vinculado a la imprenta, a sus progresos técnicos y al mundo del libro impreso. En 1457 se publico un Psalterium, en el taller de Gutenberg en Maguncia, con los tipos móviles e iniciales xilografiadas. Muy poco después la xilografía se popularizaba tanto en los Países Bajos como en Alemania. En ambos países estuvo muy relacionada con la pintura: En los Países Bajos con base en la tradición miniaturista, desarrollada por los flamencos gracias a la reciente técnica del óleo; y en Alemania los grandes pintores de la época, con Durero a la cabeza, desarrollaron de forma genial la estética del grabado.

Grabados renacentistas

En el grabado La melancolía Alberto Durero, maestro del grabado del renacimiento alemán, simboliza la relación entre la ética, la teología y las ideas intelectuales. La figura de la melancolía representa al artista, que posee el conocimiento y la técnica para crear pero cuya inspiración se resiste a levantar vuelo. Hablar de los inicios del grabado artístico es casi sinónimo de Alberto Durero ( 1471-1528 ). En efecto, este artista representa una de las cumbres del Renacimiento. Fue pintor, filosofo, teórico, científico y grabador. Trabajo en el taller de un pintor, llamado Wolgemuth que, al mismo tiempo, era quien realizaba la talla de las planchas en madera para la imprenta de Anto Koburger, uno de los principales impresores de Europa. Desde el principio colaboro con el maestro en la talla de grabados para la imprenta, y adquirió un gusto y un interés muy especial para la talla con buril. Tanto en madera como en cobre, afición heredada de sus orígenes familiares de orfebre. Durero aporto un altísimo nivel al trabajo en buril.

El artista más ilustre del renacimiento en el norte de Europa fue Alberto Durero. Había nacido en Nuremberg en 1471 y, aunque se había formado inicialmente como orfebre, llegó a ser el primer gran maestro gráfico. Su notable capacidad con el buril y la gubia, junto con su atenta observación de la naturaleza y su pasión por el grabado, le hicieron merecedor del éxito y de la admiración de sus contemporáneos. Dignas de mención son algunas de sus magníficas estampas como El caballero, la Muerte y el Diablo (1513), así como sus numerosas series de estampas religiosas.

El grabador holandés Lucas van Leyden, sobre el que ejercieron gran influencia Durero y el estilo clásico de sus contemporáneos italianos, representó paisajes holandeses y escenas de interior con mano diestra y sensibilidad. Sus grabados tuvieron gran significación en la fundación de la escuela holandesa de pintura en el siguiente siglo. El grabador italiano Marcantonio Raimondi creó imágenes clásicas que denotan claro sentido de la composición y el detalle y gran sensibilidad. Por aquel entonces la importancia del grabado en Francia y en España era insignificante.

Hacia mediados del siglo XVI los grabados habían alcanzado gran popularidad y se utilizaban para todas las formas de ilustración, incluyendo los estudios topográficos y los retratos.


Hans Holbein y Lucas Cranach

Se trata de otro de los grandes artistas de este periode de Alemania. Has Holbein (1497-1543) empezó ha trabajar en el taller de pintura de su padre y en el tipográfico de Hans Froben en Basilea. En este taller se estaba componiendo el celebre "Elogio de la Locura" de Erasmo de Rótterdam, y Hans Holbein incluyo en esta  obra un total de ochenta y dos viñetas en los márgenes. De sus obra de ilustración destaca la Biblia de Lutero. Entre las obras que grabó, siempre en madera y a buril, destacan una Danza macabra.

Lucas Cranach (1472-1553) se ha reconocido su actividad gracias a su amistad con Martín Lutero; así, sus grabados contribuyeron a la difusión  de su ideología y de propaganda a las funciones del grabado. Hacia finales de siglo XV. el grabado de madera se va especializando de manera creciente a la ilustraciones de libros.

Las primeras Calcografías

Los primeros grabados sobre metal aparecieron casi simultáneamente a los grabados en madera. Algunos autores los han relacionado con los espejos etruscos incisos. Su popularidad fue coetánea a la xilografía durante el siglo XV.. Durante el siglo XVII. se perfeccionaron las técnicas del grabado calcográfico en detrimento del xilográfico, que era mucho más difícil de trabajar. En Holanda aparecieron los primeros aguafuertes y puntas secas. El grabado en cobre permitía un trazo ligero, curvilíneo, mas parecido al dibujo, y fácil de ejecutar. Pronto se convirtió en  la técnica de pintores y dibujantes. Los grabados en cobre estaban muy vinculados a la pintura, ya que se solía  utilizar en la reproducción de cuadros.

Grabados barrocos

Rembrandt era famoso tanto por sus pinturas como por sus grabados. Las tres cruces (1653, Museo Británico, Londres) es la primera versión de un aguafuerte que el artista reelaboró en más de cuatro ocasiones.

Para los artistas barrocos del siglo XVII una imagen podía ser más que la simple descripción de la realidad si además impactaba emocionalmente. Se otorgaba gran importancia a la representación de los gestos, llegando a exagerarlos incluso hasta lo grotesco.

En el siglo XVII la talla dulce y el aguafuerte estaban representados en Francia por la obra de Robert Nanteuil y Jacques Uot, dos artistas procedentes de escuelas muy diferentes. Robert Nanteuil realizaba distinguidos retratos cortesanos, con grabados dibujados por él mismo o copiando pinturas de otros artistas. Sus obras alcanzaron gran popularidad y llamaron la atención sobre el trazado escultórico, la calidad de moldeado y la delicadeza que esta técnica permitía.

Jacques Callot, natural de la provincia de Lorena, fue el primer artista importante en desarrollar el aguafuerte como técnica artística. Descubrió que con varias inmersiones de una lámina en ácido se podía conseguir la ilusión de la perspectiva en el grabado, creando los diferentes términos de una escena. Los experimentos de Callot hicieron posible grabar al aguafuerte imágenes de gran detalle en láminas diminutas y con su gran competencia técnica creó extraordinarios dibujos de gran variedad de temas. Los monarcas españoles y franceses le encargaron que documentara diferentes acontecimientos históricos y, entre los aguafuertes realizados en tiempos de guerra, Callot produjo su propia serie de estampas, amargas y devastadoras, titulada Grandes miserias de la guerra (1633).

Callot se unió, durante algún tiempo, a una banda de gitanos, y este hecho influiría en sus series de estampas sobre la Commedia dell'arte (1618) y Gobbi (1622). Con imágenes grotescas y humorísticas, retrató a enanos y a mendigos en gran variedad de trajes y posturas. Para muchos, lo mejor de la obra de Callot son sus vistas de ciudades y de ferias campestres, como la estampa de gran formato Feria de Impruneta (1620) en la que representó más de 1.000 figuras.

Callot contribuyó de gran manera al desarrollo del grabado. Sin embargo, en el siglo XVII, Rembrandt creó imágenes de extraordinaria fuerza y sutileza, eclipsando al resto de los artistas del género. Su producción abarca una amplia gama de temas que van desde el retrato y las escenas religiosas hasta el paisaje. Entre sus estampas cabe destacar Autorretrato del artista recostado en un poyo de piedra (1639).

Los temas que contribuyeron al florecimiento de la escuela de grabado holandesa son el retrato, el paisaje, los estudios de interior y las escenas de la vida cotidiana. Ferdinand Bol, Adriaen van Ostade y Anthony Waterloo representaron en sus aguafuertes la forma de vida holandesa. Bol realizó excelentes retratos, Van Ostade destacó por sus escenas campesinas y de las manos de Waterloo salieron bellos paisajes.

El taller del maestro flamenco Petrus Paulus Rubens, en Amberes, era muy activo. Muchos artistas produjeron un verdadero aluvión de grabados sacados de los apuntes y de los dibujos del maestro. El discípulo de Rubens con más talento fue Anthony van Dyck, que se estableció en Inglaterra en 1632 y trabajó como pintor de corte para Carlos I. Con la colaboración de otros artistas, Van Dyck acometió la tarea de grabar al aguafuerte 128 retratos de los hombres más famosos del momento. Esta colección, conocida como Iconografía (1634-1641), se caracteriza por su economía de líneas y su excelencia técnica.

Rembrandt
En el siglo XVII. se debe vincular a la genial figura de Rembrandt (1609-1669). Como grabador es mucho más personal que como pintor. Se suele considerar que grabó 375 obras originales, aunque en la actualidad esta cifra se reduce a 290. El prestigio de su obra es coetáneo al autor y su influencia ha perdurado hasta nuestros días. Su extraordinaria reputación como grabador  contribuyo a una gran difusión de sus estampas y al inicio de su colección, en los Países Bajos y en toda Europa. Rembrandt esta considerado como el gran impulsor de los aguafuertes. También volvió a utilizar otra técnica que estaba en desuso: la punta seca, conocida desde el siglo XV.. Rembrandt resucito esta técnica.

El siglo XVIII.

Durante dos siglos el arte de grabar en madera, la xilografía, que había pasado por una época de decaimiento en Europa debido al triunfo del grabado sobre metales, resurgió con fuerza a finales del siglo XVIII gracias a una serie de avances técnicos. Las ilustraciones de Gustave Doré, pintor y grabador francés, representan una de las épocas de mayor esplendor del grabado en madera. Inspirándose en los primeros románticos ingleses y alemanes, indiferente a las novedades, ilustró algunas de las obras cumbre de la literatura universal: El Quijote de Miguel de Cervantes, la Divina Comedia de Dante, El paraíso perdido de Milton, obras de Rabelais y de Balzac. Pintó también numerosos paisajes, con una concepción muy alejada de las tendencias de la época, lo que le granjeó la incomprensión del público francés. Otros artistas franceses como François Boucher y Jean-Honoré Fragonard documentaron la vida de la corte con sus dibujos y apuntes, de los que los más importantes editores sacaron grabados que alcanzaron gran popularidad.

Hasta el siglo XVIII Inglaterra no tenía una gran tradición de la técnica del grabado. Sin embargo, se reproducían los retratos académicos de la nobleza y de la aristocracia por medio de la técnica de la media tinta. Mientras el retratista Joshua Reynolds continuaba prefiriendo la tradición académica, un triunvirato de artistas satíricos, con William Hogarth a la cabeza, se dedicó a combatir esta tradición. Con sus grabados, Hogarth, James Gillray y Thomas Rowlandson satirizaron casi todos los aspectos de la vida en la Inglaterra del siglo XVIII. La tónica de sus estampas iba desde la suave reflexión moralizadora hasta el comentario salvaje y en algunos casos la obscenidad.

Durante el siglo XVIII las técnicas de grabado volvieron a florecer en Italia, como lo demuestran las obras de Giovanni Battista Tiepolo, Canaletto y Giovanni Battista Piranesi. Los grabados de Tiepolo se caracterizan por la delicadeza de las líneas y por el sentido de espaciosidad que conseguía economizando líneas y detalles. El trazado de Canaletto, sólido pero con un toque de ligereza, le permitió captar el ambiente de la Venecia del siglo XVIII en sus representaciones de patios, canales y bellas arquitecturas. Piranesi, con su pasado de arquitecto y su destreza con el buril, encontró una vía para canalizar su pasión por las antigüedades romanas. Grabó varios miles de estampas, entre las que destaca la serie Prisiones (1745; 2ª edición 1760-1761); se trata de vistas de gran tamaño de cárceles imaginarias, representadas con espectaculares detalles arquitectónicos, en los que se combina la lobreguez misteriosa de las mazmorras con la majestad de los techos de altas bóvedas, las interminables escaleras y los macizos puentes interiores.

También destaca Giovani Battista Piranesi (1720-1778). La tradición del grabado en Inglaterra parte de Hogarth, en el siglo XVIII., y fue continuada por Rowlandson. y William Blake., el más importante de los grabadores británicos, y contemporáneo de Goya, que buscó nuevos campos de expresividad y profundidad en esta técnica. El siglo XVIII.. en Europa será en un ambiente culto, lleno de libros de cuadros y de obras de arte donde la sociedad querrá participar cada vez más de los gustos antes reservados a una minoría. En este proceso el grabado jugara un papel esencial. Se producirán grandes cambios sociales, técnicos y estéticos que marcaran todo el desarrollo del grabado, en especial en la búsqueda del color, y, las técnicas de la aguatinta, el punteado y el grabado al crayón.

Grabados del siglo XIX

El sueño de la razón produce monstruos (1797-1799) pertenece a Los caprichos, serie de grabados en la que Francisco de Goya hace una sátira de la sociedad y de la Iglesia y da rienda suelta a su fantasía. Se cree que la figura dormida es un autorretrato del pintor.

Los artistas más destacados del siglo XIX realizaron una amplia gama de grabados, notables por la diversidad y lo atractivo de sus temas. El español Francisco de Goya, por ejemplo, combinó el aguatinta con el aguafuerte para producir visiones veraces de las locuras de la humanidad y de las atrocidades de la guerra. Su personalísimo estilo queda especialmente patente en la serie de Los caprichos (1797-1799) en la que, casi con ferocidad, arremete contra el clero y contra el gobierno por su riqueza, su corrupción y su hipocresía. Durante la guerra de la Independencia contra la ocupación francesa (1808-1814), Goya creó su segunda serie de grabados más famosa, los Desastres de la guerra (1810), con imágenes aterradoras del espantoso destino que sufren las personas atrapadas en ella.

En París, la litografía constituía un medio barato para reproducir imágenes a gran escala en forma de estampas, periódicos e ilustraciones de libros. Honoré Daumier era la voz de la clase media; estaba especialmente dotado para la sátira política y el comentario social, y el reinado corrupto de Carlos X fue el abono perfecto para su fecundo cerebro. Periódicos como Le Charivari difundieron sus observaciones agudas y mordaces sobre el gobierno, la abogacía y las clases superiores, con sus numerosas debilidades.

William Blake entró, en 1772, como aprendiz en el taller de un grabador y durante siete años realizó grabados para anticuarios. Durante la década de 1780 trabajó como grabador mientras investigaba los medios para estampar a la vez sus propios poemas e ilustraciones. Realizó varios libros de poesía mística acompañada de sus ilustraciones únicas y extrañas. Entre sus obras más inquietantes cabe señalar las ilustraciones para el Libro de Job (1826).

La Goulue, bailarina del Moulin Rouge, fue tema principal de muchos dibujos y litografías de Toulouse-Lautrec. En esta obra la utilización de espacios y colores planos, así como de trazos simples y ondulantes, denota la influencia de los grabados japoneses.

Entre los artistas franceses de mediados del siglo XIX destaca el melancólico Charles Meryon. Más importante que su técnica como aguafuertista era su manera de ver su amado París, sobre todo las partes más antiguas destinadas a ser demolidas. Representó el encanto y la elegancia de esos viejos edificios con un estilo de gran dramatismo.

Desde la década de 1860 hasta finales del siglo, el grabado japonés ejerció una enorme influencia sobre el arte y los artistas europeos. Se dice que el artista parisino Félix Braquemond recibió un envío de platos de porcelana de Japón, envueltos en estampas de Hokusai. Entusiasmado, enseñó éstas a sus amigos impresionistas, quienes quedaron muy sorprendidos por su composición plana, vigorosa y asimétrica. Las litografías de Edgar Degas que representan mujeres bañándose y vistiéndose, evocan este estilo japonés. El exponente más llamativo y original de este japonesismo fue quizá Henri de Toulouse-Lautrec. Tomando el cromatismo de las estampas japonesas, que va desde el tono más tenue al más brillante, así como sus imágenes características, dibujó carteles en los que captó la esencia del encanto y de la elegancia.

La popularidad de la litografía en color aumentó gracias a la influencia del artista de carteles Jules Chéret. Las bellas litografías en color de Pierre Bonnard y Édouard Vuillard retratan escenas urbanas de París y las intimidades de la vida familiar. Gracias a la obra de Chéret, junto con la de Théophile Steinlen y la de Toulouse-Lautrec, el cartel se convirtió en un poderoso medio publicitario. El artista checo Alphonse Mucha puso de relieve, en sus elegantes carteles, la línea sensual y el talante decorativo que constituían la esencia del movimiento Art Nouveau de finales de siglo.

El artista noruego Edvard Munch creó grabados a la fibra y litografías que se caracterizan por unas imágenes muy personales llenas de fuerza y de pasión. Sus mujeres suelen ser exuberantes y sensuales; sus hombres parecen cargados de angustia y de tensiones internas.

El origen del grabado en España

Existieron grabadores pero no excepcionales como fue el caso de Pedro de Vilafranca Malagon. También algunos pintores practicaron el grabado. José Ribera (1591-1652) llamado el "Il Spagnoleto", discípulo de Caravaggio, era esencialmente dibujante y solo de forma esporádica se dedico al grabado al aguafuerte, de echo solo se le reconoce 18 planchas grabadas. De cualquier manera, su escasa producción e interés personal es engañosa ya que sus obras han sido reconocidas por los especialistas entre las mejores de la Italia del siglo XVII.

Es necesario llegar al siglo XVIII. para que se produzca la aparición de una autentica industria del libro y del grabado en la Península, así como la creación de escuelas para el aprendizaje de la técnica. La creación de un escuela española esta asociada a la figura de Palomino (1692-1777), grabador de cámara de Fernando VI. Esta academia instituyo seis pensiones para el aprendizaje en Paris. Una de ella la gano Manuel Salvador Carmona (1734-1820), quien estuvo en Paris entre 1752 y 1763 y en donde se aprovecho para formarse; posteriormente cosecho un notable prestigio.

Goya

Entre la propicias circunstancias que se estaban viviendo el grabado en España, aparecerá la genial figura de Francisco de Goya y Luciente (1746-1828). Parece que su formación como grabador  se debe al contacto que estableció con Bayeu, su maestro y patrocinador. Grabó una primera serie de pinturas de Velásquez después de su estancia en Andalucía y a raíz de su enfermedad de 1792. Durante el tiempo que permaneció en Andalucía tuvo la oportunidad de conocer en Cádiz la colección de grabados de Sebastián Martines, y allí pudo descubrir y admirar de manera especial una parte de la obra grabada por Rembrandt.

En la mayoría de los grabados que realizo se servio de una nueva técnica, inventada en Francia en 1760; la aguatinta. Goya no se canso de experimentar con distintas técnicas; solía utilizar el aguafuerte para explicar la base del tema y la aguatinta se constituía en un colchón de grises a menudo bruñidos, que redondeaban el ambiente planteado. La punta seca y el buril eran las técnicas que se encargaban de utilizar, retocar o acentuar sus obras. Incluso al final de su vida, durante el destierro de Burdeos, su carácter inquieto le llevo a experimentar con la técnica recientemente inventada: La Litografía. En 1799 se publicaron las ochentas aguatintas de la serie Los Caprichos. A esta serie siguieron Los Desastres de la guerra, (realizadas entre 1809 y 1820) con un conjunto de ochenta y dos planchas; Los disparates, con otras veintidós (realizadas entre 1816 y 1828) y la tauromaquia, con treinta y cuatro. Desde entonces Goya puede ser considerado más  como grabador que como pintor, incluso sus pinturas y especialmente la serie de las pinturas negras recibe claramente las influencias del grabado, y no al revés, culminando de esta manera su proceso creativo.

La litografía del siglo XIX.

El grabado del siglo XIX. sigue las mismas corrientes que el resto de las artes plásticas. La situación del grabado da un giro espectacular. Los procesos industriales nuevos, en especial la litografía, permite tiradas muchos más grandes y modifican la estética, el publico y las características del grabado. Este sistema, inventado por el bávaro Aloys Senefelder a finales del siglo XVIII., se difundió en los primeros años del del XIX., una vez preparado para su uso industrial en Inglaterra. Esto hace que durante que durante todo el siglo XIX. se popularice el coleccionismo de estampas o de grabados, que aun en el XVIII. había sido elitista y aristocrático.

En Europa se inicia con la publicación de la expedición de Napoleón a Egipto. Se hacen accesibles, al publico y eruditos, paisajes o monumentos difíciles de visitar, ofreciendo un texto, pero sobre todo soberbias imágenes grabadas. En este ambiente destacan las famosas laminas del escocés David Roberts, de enorme difusión. En 1837 publico una versión de su viaje a España bajo el titulo de Picturesque Sketches in Spain.

Gustave Doré (1832-1883) es, sin duda, el más popular de los grabadores del siglo XIX.. Su obra es enorme y muy desigual. Quiso emular a los grandes grabadores ilustrando las grandes obras de la literatura como la Biblia, la Divina Comedia. El Paraíso Perdido, etc.

Grandville (1803-1874) fue un dibujante y litografío que se caracterizo por una critica ácida de la sociedad coetánea. A menudo transformaba a sus personajes, mientras que los animales adoptaban las posturas y los vestidos del genero humano.

Paul Gavarni (1804-1866) , seudónimo de S G Chevalier, fue un importante colaborador de la revista de su época. Muy popular, llego a crear un verdadero estilo, muy imitado.

En Francia tenemos artistas como Ingres, Delacroix, y la Escuela de Barbizon (Daubigny, Rousseau y Corot). La arquitectura neoclásica se queda muchas veces en proyectos imposibles que solo se pueden ver a través del papel. La sátira política viene de la mano de Honoré Daumier, que realizó más de 4.000 litografías, principalmente para ilustraciones en los periódicos. Entre los impresionistas, los más destacados grabadores fueron Manet y Degas, que usaron también la técnica de la litografía. En América destacan Whistler y James Audubon aunque éste ultimo más que como medio de expresión artística, utilizó el grabado para las ciencias naturales.

En España los inicios de la litografía se produce en Barcelona, en 1805, de la mano del Litografío Joan March. Las primera imprenta  litográfica se establece en Madrid, en 1819, y en 1825 Fernando VII. crea el Real Establecimiento Litográfico. Entre las producciones destacan los volúmenes de viajes de Laborde, con grabados de Juan Pérez Villamil. Francisco Javier Parcerisa ilustro entre 1839 y 1872 Recuerdos y bellezas de España, con unos seiscientos grabados, y acompañada con textos Pi y Margall.

El grabado en el siglo XX.

Desde el fauvismo, el cubismo y el expresionismo hasta el surrealismo, el expresionismo abstracto, el Op Art y el Pop Art, los numerosos movimientos artísticos que configuran la historia del arte de este siglo resultan insólitos en cuanto a su cantidad y a su diversidad, así como en cuanto a la rapidez con que se han desarrollado. Los grabadores han desempeñado un papel en cada uno de ellos.

En los albores del siglo XX París seguía siendo el centro del arte occidental, incluyendo las técnicas de grabado. Henri Matisse, Georges Rouault y André Derain formaban parte del grupo de postimpresionistas que, utilizando el color de manera libre y llamativa, constituían el movimiento conocido como fauvismo. Estos jóvenes artistas utilizaban el color sin ningún tipo de contenciones y así aparece en sus grabados, excepto en la obra gráfica de Matisse cuyas estampas más importantes son litografías en blanco y negro. Para sus numerosas odaliscas (modelos posando como bellezas de un harén), Matisse eligió un fondo con dibujos, muy decorativo, mientras que la modelo lleva un traje exótico al estilo persa; con esta atmósfera rica y opulenta, en blanco y negro, consigue sugerir la intensidad de un fuerte cromatismo.

El artista francés Georges Braque y el español Pablo Picasso, trabajando juntos a principios de 1909, llegaron al cubismo, que convirtió la imagen realista en forma abstracta, disolviéndola en elementos cúbicos y entrecruzando formas y planos. Los primeros grabados de Picasso (1904), que tenían como base un soberbio dibujo, denotan franqueza y compasión y evocan una naturaleza sombría y sentimental. En 1930 el editor Ambroise Vollard le encargó una serie de 100 grabados y Picasso creó la llamada Suite Vollard (editada en 1937) que constituye uno de los mayores logros gráficos del artista. Está compuesta por aguafuertes y aguatintas con temas que van desde el artista y sus modelos en el estudio hasta representaciones sensuales y conmovedoras de minotauros y retratos del propio Vollard. Braque, Jacques Villon, Juan Gris y Louis Marcoussis realizaron también importantes grabados cubistas en los que consiguieron una relación cálida y armoniosa entre la línea grabada y el cromatismo de la estampa.

El surrealismo, que buscaba las imágenes que manan del inconsciente y de los sueños, dio un buen número de grabadores famosos. Cabe destacar la obra del español Joan Miró, con sus litografías en color deliciosamente fantásticas, y las obras de André Masson y de Yves Tanguy, en las que se encuentra un carácter fantástico similar con curiosas insinuaciones. En 1910, Marc Chagall llegaba a París procedente de Rusia. A lo largo de su dilatada carrera, Chagall destacó como pintor y grabador, combinando una encantadora y folclórica ingenuidad con unas imágenes abigarradas y soñadoras. Sus principales obras gráficas son la serie del principio Mi vida (1922), los 105 aguafuertes que ilustran escenas de la Biblia (1956) y los 100 aguafuertes (1948) para la novela Las almas muertas del escritor ruso Nikolái Gógol.

A principios de siglo, y como reacción contra el impresionismo y el postimpresionismo, un grupo de artistas alemanes desarrollaron el expresionismo, estilo que hace hincapié en las emociones subjetivas y en las respuestas al mundo exterior. Como ocurría con el estilo gótico, el grabado a la fibra, marcado y cercano, era la técnica perfecta. Los artistas Ernst Ludwig Kirchner, Karl Schmidt-Rottluff, Erich Heckel y Otto Mueller, con base en Dresde, formaron el grupo denominado Die Brücke (‘el puente’). Sus estilos variaban desde los fuertes contrastes producidos por secciones de madera toscamente cincelada de los grabados abocetados de Schmidt-Rottluff y los desabridos retratos de Heckel, hasta las composiciones líricas de figuras femeninas de Mueller.

En Munich emergió otro grupo, Der Blaue Reiter (El jinete azul) encabezado por el artista nacido en Rusia Wassily Kandinsky. Sus miembros, junto con el suizo Paul Klee, desarrollaron una abstracción refinada, dominada por el ritmo de la línea y por un sentido dramático del color y desprovista de objetos figurativos. Klee, como artista de prestigio, se separó pronto del grupo y se fue a trabajar solo a Suiza; empleaba imágenes de apariencia infantil, llenas de ingenuidad y fantasía para crear planteamientos personales muy complejos con implicaciones universales.

Los aguafuertes de John Sloan y de Edward Hopper, junto con las litografías de George Bellows, fueron los primeros grabados estadounidenses que captaron todos los aspectos de la vida urbana, de la miseria a la magnificencia. Los tres artistas pertenecían a la Ash-can School, fundada en 1907, y que constituyó el primer movimiento artístico que rompió con los estilos europeos.

La exposición denominada Armory Show, celebrada en 1913, llevó el modernismo a los grabadores de Estados Unidos; sus repercusiones siguieron ejerciendo influencia durante muchos años.

A partir de 1950, el grabado se ha convertido en la principal forma de expresión para los artistas de vanguardia. Entre los artistas contemporáneos que han destacado también como grabadores se encuentran los expresionistas abstractos Robert Motherwell, Robert Rauschenberg y Jasper Johns.

Apartándose de la visión de los expresionistas abstractos surgieron jóvenes artistas de la cultura popular (véase Pop Art) que, combinando material de los medios de comunicación —revistas, periódicos, películas y fotografías—, obtenían imaginativas representaciones. Artistas como Andy Warhol, Roy Lichtenstein y Robert Indiana desafiaron la tradición gráfica al crear anuncios.

Tras la Segunda Guerra Mundial, la serigrafía ha tenido una amplia aplicación en el terreno artístico, en especial en el arte Pop americano. Es una modalidad de reproducción de la obra artística que supone la culminación de la evolución del grabado. Significativamente es la utilización de la serigrafía en la obra de Andy Warhol (1931-1987), quien, a partir de 1964, adopto los procedimientos serigraficos, pues le permitían realizar abundantes series en consonancia con su gusto por el producto industrial y popular.

Hoy podemos afirmar que es bastante extraño encontrar artistas de renombre que no hayan realizado la edición de obra gráfica. Aguafuerte, litografía, serigrafía, xilografía... una gran variedad de alternativas que permiten la multiplicación de la obra y por tanto una mayor presencia en el panorama internacional.

Referencias

1.<> M. Riat, Técnicas Gráficas
2.<> Rosa Vives Piqué - Guia para la identificación de Grabados
3.<> Verónica Rojas Lederman - Universidad de Chile
4.<> María del Mar Bernal - Universidad de Sevilla
5.<> Jordi Catafal Rull - Lincenciado en Bellas Artes
6.<> Clara Oliva Fabregas - Lincenciada en Bellas Artes
7.<> Técnicas de impresión. Microsoft® Encarta® 2009

 
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